martes, 9 de abril de 2013

The End

Ante la oscuridad infinita jamás se escucha el ruido del temor
no hay sonidos, no hay olores, no hay señales...
Sólo el espeso manto de la sobriedad y el silencio,
nada pertuba, nada engaña y nada cambia,
sólo el tiempo avanza mientras se mueve sonriendo,
caminando, corriendo, gritando y todo sigue igual.

No hay nada solo ellas y su simplicidad...
Un alma y su ferviente seguidora, la soledad...
Sólo ella sin nada que la pudiera pertubar...
Silenciosas siguen sin siquiera voltear atrás.
No hay nada, solo ella y su complejidad.


Silencio, paz en medio del cementerio y su funeral eterno.
La llama del cirio palpita tan fuerte que duele,
tan alta y plena que la miran,
tan lúcida y seductora que por poco quema.
Acostumbrarse a ella es tan fácil como la mentira
¿El infinito perdió con la tenue luz?
Hasta la muerte puede morir con sólo la flama de su voz.

Fiarse de ella llenándose de esperanza... Duele.
Creerle que se quedará sin mirar a nadie más... Duele
Saber al mismo tiempo e ignorar que su luz no sólo a ti te querra... Duele.
Imaginar, ver a la sombra que también refleja y calienta... Duele.
Abrazarse a ella encontrando calor mientras sonrie a lo lejos... Duele.
Verse un día, esperando que vuelva a alumbrar... Duele.
Y duele más que al pensar aquella luz se encuentre en otro funeral.