martes, 17 de mayo de 2011

Mi Regreso.

Varios meses atrás parecían no avanzar conforme el día transcurría pues las horas eran eternas y los segundos parecían no existir ante la añoranza que sentía esa alma desvalida, esa alma que por necesidad pedía a gritos la única cosa, ¡no! mejor dicho la capacidad de seguir brillante y rebozante como meses atrás; y pasa que aquella alma ante esos días eternos pero al mismo tiempo veloces no hacía más que extrañar estando escondida bajo la sombra de su ser y la oscuridad de la noche, posiblemente con la mirada hacia afuera esperando que su esperanza se asomara en aquella rendija, esperanza que muere al último pero que parece ser más una fantasía, un sueño, algo formado por su imaginación, un espejismo y hasta una idea exagerada de lo que en verdad podría ser. Sin embargo, estaba siempre atenta a que volviera, que regresara y sonreír desde lo más hondo, con tal sinceridad que parece desconocida en ella, aquella que fue capaz de mostrar durante ese tiempo... Tiempo, ¿Qué tiempo fue aquel?

Pero pasaron los segundos, minutos y horas hasta que el día por fin terminó tal como una semana y los meses cuando se dio cuenta que su mirada se había perdido en la oscuridad, que sin querer nuevamente había acostumbrado esos ojos a la ceguera y la insensibilidad, cuando menos se percató sintió que su esperanza no tenía forma ni sentido, no tenía voz ni palabras y que en la distancia no existía ni siquiera en su jornada... Volvió a reír, sí a reír pero con el vacío en su mirada, con el hueco en su pecho pues ahora vagaba en las profundidades que reconocía y que sin darse cuenta durante ese "tiempo" extrañaba. ¡Claro! estaba en casa, en su casa con su penumbra, su vacío, su desvelo, simplemente sola como antes...

Como antes de conocer la luz que la abrazó, la calentó y le inspiró...

- ¡Pero que equivocada estás!
- ¿Equivocada?, no puedo reírme ahora que escribo sobre ti, de como recobraste la cordura, la insensibilidad y la apatía de volar, no puedo estar equivocada cuando fui yo quien sintió y vibró con lo que esa estúpida luz te hizo sufrir...
- Sufrir... ¿Qué sabes de sufrir? sufrir es verle lejos teniendo ganas de buscarle...
- Ya no sientes eso
- ... de seguirle, de estar cerca estando lejos. No, ya no lo siento... Ya no creo.
- ¿Entonces?
- Entonces no sé, sé que noches atrás en compañía de la soledad le busqué, urgué en mis cosas, en sus letras en el silbido de su voz, en el recuerdo de su mirada imaginaria, en la rabia de sus dudas en la agonía de las mías, en el dolor de su ausencia y en la persona que era cuando estaba internada sobre su costado, en las melodías que traen su figura repentina en mi pensamiento y en las letras que desearía leerle aun cuando no me escuchase...
- ¡Calla!...
- No puedo, noches atrás sentí su necesidad, sentí ganas de llamar y buscarle una vez más, de decirle...
- ¡No lo digas!
- De decirle...
- ¡No lo digas por favor!...
- Lo pensé pero ahora me cuesta trabajo decirlo, decírselo... decirle que le amé y que le esperé, decirle que hirió mi orgullo, lastimo con su lejanía y sus desplantes, que me mato una vez más con su alegría y su sonrisa, aquello que no cause con mis labios ni con mis manos; me abandonó como alma en pena, alma que soy y que seré aún cuando todo parece indicar que será inolvidable para mi, inolvidable pero no indispensable
- Lo dijiste...
- Dije lo malo que causo aún cuando me hizo reír con el corazón, cuando me hizo imaginar una vida distinta y un futuro lejano fabricado en sueños, en la vida dada después de mi muerte, en la resurrección de mi mirada, en la compañía y la lejanía de la soledad, en la aventura de lo nuevo y desconocido, en la ventaja del corazón y desventaja de la razón, en las noches de alegría sincera y en el llanto del dolor, en el egoísmo de su persona y en la fortuna de sentirme sólo suya... eso se acabó y regresó el dolor que me inspira, un dolor sano y brutal donde la excusa ya no tiene nombre ni rostro, mi dolor aparente en una demencia brutal, en mi locura emocional... Finalmente retornó la agonía de mi delirio, de mi oscuridad, mi soledad, mi próxima muerte o es que la luz se empeña en rozarme...
- Parece que está empeñada en acompañarte aunque ahora ese nombre, ese rostro y esa sonrisa no son las de ayer sino nueva.
- Creo que si.

Así es, el alma taciturna parece estar pensando en que ha perdido lo que tanto quiso pero que se acerca algo un tanto desconocido, también tiene nombre, rostro y sonrisa

¿Adivinas?

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