martes, 21 de junio de 2011

Laberinto.

Paseando por los senderos peligrosos y oscuros de un línea delgada,
tan suave y delicada que el sólo pisarla genera una encrucijada...
Andar o detenerse en esos linderos de dudas y pasiones,
en la diversidad de sus voces o en la mania de sus ataques.
Caminar con miedo en cada uno de sus enfoques,
esos que a medida que avanzas no tiene más ramas deformes,
pasillos infinitos e invisibles que se definen en locos trayectos.

Así que avanzando por la duda que es un camino ancho,
una piedra me hace tropezar, roca filosa que no deja pasar...
Muestra en la lejania de la oscuridad algo que parece camuflajear,
su disputa en afilarse o ampliarse aún más para caminar;
de ser diminuta desaparecerá y la penumbra la dominará,
si crece seguramente tardará en llegar a la respuesta...
¿Que hacer?... ¿Olvidar dejandola partir?... ¿Esperar a que la alcance?
Esas preguntas de la duda sin respuesta de un sendero angosto.

Caminando, pasando por los recuerdos y los anhelos,
por los sueños y los más insanos deseos
donde las risas y las lágrimas se fugan y
la soledad y soberbia parecen una,
demonios juguetones de rabia y nostalgia,
de odios desconocidos y estupidas patrañas...
Un conjunto de vertebras denominadas emociones y
una constante cuyo nombre se borra.

Ecos persistentes que no logran decir nada,
imagenes hologramicas escondidas en cada mañana,
gestos que mienten con la verdad,
verdad que sólo se oculta con el simple hecho de dejar de pensar.
Mientras más vas menos llegas, el camino infinito de cuadros,
de sendas, de nada... De la misma nada que nadie es capaz de ver,
de entender, nadie observa, nadie pregunta sólo la constante que
se vuelve nula cuando los ojos se cierran y la noche acompaña.


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